Una imagen muy habitual cuando viajamos a lo largo y ancho de Marruecos, son esas pequeñas construcciones, que nos encontramos en medio de la nada, normalmente con una cúpula y en ocasiones, cerca de un cementerio, me estoy refiriendo a los morabitos.
En su sentido original, el término Morabito designa a un ermitaño, monje guerrero o predicador, considerado en vida como hombre santo y sabio, dotado de “baraka”, y reconocido como tal tras su muerte por la religiosidad popular. El morabito es a menudo un estudioso del Corán, o maestro religioso parecido en su forma exterior a los anacoretas o monjes cristianos.
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